Sabíamos no decirnos nada, conservando en apariencia una amistad consolidada. Sabíamos no exigirnos mucho, hola ¿qué haces? Convidame un pucho, que me tenés abandonada… Vos con tu mochila a cuestas, yo con la excusa perfecta para charlar de pavadas. Nos hizo un guiño San Telmo, un poco de humo en el medio y enloquecieron las miradas. Quiso el destino que esa noche hiciera frío, y que el ruido de los coches me hiciera hablarte al oído, y si el diablo se contenta con que dudes un instante, vos y yo, nuestras miserias, y esta noche por delante, amor… ¿Quién sabe?
Un umbral perdido, y aquel bar medio vacío como único testigo. BRINDAMOS POR EL OLVIDO, y el espíritu del vino se fue haciendo nuestro amigo. Con el corazón en llanta, nada mejor que tu lengua abrigando mi garganta. Y conga, conga, conga, conga, y que siga la milonga, amor, que el mozo traiga otra ronda y que pague Dios.
Quiso el destino que ya no hiciera frío, y sin coche y sin ruido sigo hablándote al oído, y el diablo que se contenta con que dudes un instante, Vos y Yo, nuestras miserias y esta noche por delante, amor… ¿Quién sabe?
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